"Sé lo suficiente fuerte para dejar ir
y lo suficientemente paciente
para esperar por lo que mereces"
"Confío en que Dios sabe que es lo mejor
para nuestra relación...
Dejo nuestro destino en sus manos"
"Atrae con el Poder del
Alma
“SINO SABES A DONDE VAS, REGRESA
PARA SABER DE DONDE VIENES” (Proverbio zen)
Cuando leí por primera vez que con
sólo pensar, sentir y enfocar mi atención en lo que deseaba, ese deseo se
cumpliría, me volví loca, me entusiasmé muchísimo, esa información resonó en mi
interior, literalmente, mi alma supo que era
verdad.
Enseguida me vinieron a la memoria
sucesos del pasado en los que había conseguido lo que quería aplicando esa
fórmula, aunque en aquellos lejanos días desconocía que se tratara de una ley.
Lo hice de manera natural. Todos venimos a este mundo sabiendo esa ley y su
aplicación, pero con el devenir de los años y lo que nos van inculcando se nos
olvida.
En fin, el caso es que la primera
vez que intenté conscientemente atraer algo a mi vida, salió muy bien, tan bien,
que el éxito se me subió a la cabeza, o mejor dicho, empecé a ser menos natural,
a dejar de escuchar a mi alma y a darle prioridad a lo que mi mente tenía que
contarme. Todo el mundo sabe los problemas de comunicación que tienen la mente y
el alma. El alma no sabe hablar en el lenguaje de la mente, y la mente no sabe
interpretar las sutilezas e intuiciones del alma. A nadie debiera extrañar, que
en cuanto haces caso a la mente, a sus pensamientos repetitivos, a su monólogo
continuo, pierdes el norte y entras en una vibración alejada completamente de la
realización de tu sueño o deseo. Y me refiero a esos “Si puedo lograr esto, mi
situación mejorará mucho”, “Tengo que conseguir esto, así demostraré a los demás
que yo tenía razón”, “Si no consigo manifestar esto, seré una fracasada”, “Si no
logro alcanzar mi sueño, mi vida no tendrá sentido”, y así hasta el infinito,
porque otra cosa no, pero facilidad la mente para aguarnos la fiesta, tiene a
raudales. Y así permanecí durante años, sí, años, testaruda que es una, hasta
que de puro agotamiento dejé de insistir, y entonces me vino a la cabeza esa
famosa frase de Einstein que dice: “Si haces siempre lo mismo no esperes
resultados distintos”.
El hecho de no hacer nada por
conseguir lo que deseaba produjo en mi una sensación placentera, y confort
interior, y recordé algo que leí una vez, que el alma te habla a través del
confort o la incomodidad interior. Es decir, que cuando te sientes bien es que
estás siguiendo el camino de tu alma, y cuando te sientes mal no lo haces. Y
entonces me vino una pregunta a la cabeza ¿es qué mi alma no quiere eso que yo
tanto deseo?.
Si lo piensas fue una reflexión
lógica, dado que desde el momento en el que había dejado de hacer algo por
conseguir ese deseo había empezado a sentirme mejor, lo normal es que pensara
que quizá el error estaba en el deseo mismo. Pero no. Más adelante entendí, que
el deseo no era el problema. Lo que estaba mal era la importancia que le estaba
dando a ese deseo. Y entonces llegué a esta valiosísima información, que espero
que a ti te ayude tanto como me ha ayudado a mi.
El Universo es amor, eso lo sabemos
todos. Es un amor perfecto, incondicional, que no pide nada, que nada juzga, que
no obliga, y al decir para mi misma estas palabras, caí en la cuenta de que yo
no estaba amando a mi deseo, y no lo estaba amando porque de tantas ganas que
tenía de que se cumpliera, de que se hiciera realidad, lo estaba forzando como
si fuera un amante al que quisiera retener.
A los deseos se les debe tratar como
tratamos a las personas a las que amamos. Cuando amas de verdad, lo haces de
forma incondicional, respetas a esa persona, no la intentas retener, no sientes
celos, no te muestras como una persona posesiva, porque eso no sería amor, sería
inseguridad, serían dudas, sería baja autoestima.
Cuando pensaba que ese deseo tenía
que cumplirse sí o sí, y que de no cumplirse sería una fracasada o mi vida no
tendría sentido, la energía que estaba creando alrededor de ese deseo, nada
tenía que ver con la energía del Universo, que es amor. Al hacer el símil con
una pareja, me di cuenta. De repente entendí que si yo a un hombre al que
quisiera tener como pareja le transmitiera sentimientos de que tiene que estar
conmigo sí o sí, porque yo lo digo, sentimientos hacía mi misma de que sin ese
hombre a mi lado sería una fracasada, que sin él mi vida no tendría sentido; se
me encendió una luz, me dije “pero como has podido estar tan ciega, si tú jamás
te comportarías así con un hombre, ni con nadie, ¿por qué lo haces con eso que
quieres manifestar en tu vida?”.
Literalmente, se me encendió una
luz. Respiré agradecida. Pensé en mi deseo como algo a lo que amar, no como algo
a poseer. Y lo amé, como amo a mi perrita Berta, con agradecimiento y con
respeto. Me relajé tanto que me quedé dormida. A la mañana siguiente mi deseo
estaba ahí, delante de mi.
Conclusión-
Cuando quieras ver manifestado algo
en tu vida, controla tu mente, que no se revolucione, que no le de demasiada
importancia al deseo, ni demasiada poca, simplemente ama tu deseo, déjalo
crecer, porque cuando llegue el momento perfecto aparecerá. Intenta estar
equilibrado, no pienses mucho en tu deseo, pero tampoco lo olvides. Compórtate
como lo harías con un amigo al que tienes muchas ganas de ver, pero que no vive
en la misma ciudad que tú. Si tu deseo fuera que tu amigo te visitara, pensarías
en él de vez en cuando, quizá algunos días revisarías fotos antiguas para
recordar viejos tiempos, puede que por curiosidad buscaras por internet el
precio del billete, por si acaso pudieras conseguir unos días libres, recrearías
lo que haríais si estuvierais juntos. Mientras tanto, seguirías haciendo tu vida
normal. Irías al trabajo, al supermercado, verías tu programa de televisión
favorito, comprarías ese libro que tanto te apetece leer. Se trata de mantener
la intención del deseo cumplido con amor y seguridad pero sin
avasallarlo."
Es una colaboración de:
M.C.R.D.
Fuente: Ciencia y
Espíritu
Sirena Corazón
Blog "Almas Gemelas que se Unen"
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